miércoles, 15 de agosto de 2018

Impacto súbito


Viviste 9000 días; los viviste deprisa, como si supieras que eran los únicos que el destino te concedía.

 Hoy rondarías los 87 años y languidecerías en horribles seriales televisivos sin necesidad de maquillaje que te envejeciera. O quizás te habrías partido la nariz en las prácticas de boxeo para tu siguiente película y ahora cobrarías millones por una aparición de cinco minutos, o por anunciar cualquier mejunje con método Stanislawsky. Tal vez, a fuerza de ensayos y errores, tu inequívoco talento se habría despojado de todos los lastres y se te daría el crédito merecido.
 

Nunca lo sabremos. Ni queremos tampoco la respuesta a las hipótesis truncadas por un golpe inesperado. Ya no serías tú, ya no serías lo que has llegado a ser a partir de aquel 30 de septiembre.

Preferimos conservar la imagen que de ti nos quedó, verdadera o falsa, la que moldeamos a partir de unos cortos años, un par de cientos de palabras y escasas horas en la pantalla, la que, al contrario de lo que ocurre con otras muchas sensaciones, se agiganta con el paso del tiempo en los cuatro puntos cardinales y se aloja en cada corazón adolescente al menos una vez en la vida, cuando todo nos parece vano, mendaz y horrible.

Cuando necesitamos un ejemplo, un modelo al que seguir porque queremos rebelarnos y no nos atrevemos, cuando quisiéramos golpear lo que tenemos delante para descargar nuestro malestar interior, cuando empezamos a hacernos preguntas que nos parecen sin respuesta, cuando sufrimos los primeros desengaños... apareces tú, ceñudo, manos en los bolsillos, o quizás cazadora roja sin abrochar, en murmurado soliloquio, o bañado en petróleo, jubiloso. Tiendes despacio la mano al borde del abismo, temblando tú también, y extendemos la nuestra esperando encontrarla.

Pensamos en ti y seguimos luchando, tirando piedras contra los tejados, aunque sean el nuestro, o quizás deseando tener un fin como el tuyo, pronto, glorioso.

No sabemos entonces que no se puede tener todo, que los interrogantes van siempre con nosotros, que hay reglas que no se pueden infringir, que en el mundo no hay sitio para los que van contra corriente a menos que sean fuertes, muy fuertes.

Es inútil, seguimos soñando con casas abandonadas, con emprender ruinosos negocios por nuestra cuenta, con ideales que han de ser alcanzados a toda costa. Te imitamos ante el espejo con un cigarrillo entre los labios, copiamos tu forma de andar, de gesticular, de vestir; pisamos el acelerador hasta el límite y creemos que algún día comprenderemos y nos comprenderán. Nos convertimos todos en jaguares encerrados, en amantes del peligro, en camorristas titubeantes y airados...

Pero esa época pasa... para nosotros. Tú nos ayudas a soportarla, a apreciarla luego en la distancia. Desde hace décadas, porque el tiempo se detuvo para ti y nunca llegaste a crecer del todo, no pudiste atravesar el umbral.

Por todo lo bueno y todo lo malo que se perdió en el cruce de las autopistas 41 y 466, por Jett, por Jim, por Cal... gracias.

Filmografía de James Dean (1931-1955)


1951: "Fixed Bayonets!" Samuel Fuller

1951: "Sailor Beware" (¡Vaya par de marinos!) Hal Walker

1953: "Has Anybody Seen My Gal?" Douglas Sirk

1953: "Trouble along the Way/Alma Mater" (Un conficto en cada esquina) Michael Curtiz

1955: "East Of Eden" (Al este del edén) Elia Kazan

1955: "Rebel Without a Cause" (Rebelde sin causa) Nicholas Ray

1956: "Giant" (Gigante) George Stevens