Viviste 9000 días; los viviste deprisa, como si supieras que eran los
únicos que el destino te concedía.
Hoy rondarías los 87 años y languidecerías en
horribles seriales televisivos sin necesidad de maquillaje que te envejeciera.
O quizás te habrías partido la nariz en las prácticas de boxeo para tu
siguiente película y ahora cobrarías millones por una aparición de cinco
minutos, o por anunciar cualquier mejunje con método Stanislawsky. Tal vez, a
fuerza de ensayos y errores, tu inequívoco talento se habría despojado de todos
los lastres y se te daría el crédito merecido.
Nunca lo sabremos. Ni
queremos tampoco la respuesta a las hipótesis truncadas por un golpe
inesperado. Ya no serías tú, ya no serías lo que has llegado a ser a partir de
aquel 30 de septiembre.
Preferimos conservar la
imagen que de ti nos quedó, verdadera o falsa, la que moldeamos a partir de
unos cortos años, un par de cientos de palabras y escasas horas en la pantalla,
la que, al contrario de lo que ocurre con otras muchas sensaciones, se agiganta
con el paso del tiempo en los cuatro puntos cardinales y se aloja en cada
corazón adolescente al menos una vez en la vida, cuando todo nos parece vano,
mendaz y horrible.
Cuando necesitamos un
ejemplo, un modelo al que seguir porque queremos rebelarnos y no nos atrevemos,
cuando quisiéramos golpear lo que tenemos delante para descargar nuestro
malestar interior, cuando empezamos a hacernos preguntas que nos parecen sin
respuesta, cuando sufrimos los primeros desengaños... apareces tú, ceñudo,
manos en los bolsillos, o quizás cazadora roja sin abrochar, en murmurado
soliloquio, o bañado en petróleo, jubiloso. Tiendes despacio la mano al borde
del abismo, temblando tú también, y extendemos la nuestra esperando
encontrarla.
Pensamos en ti y
seguimos luchando, tirando piedras contra los tejados, aunque sean el nuestro,
o quizás deseando tener un fin como el tuyo, pronto, glorioso.
No sabemos entonces que
no se puede tener todo, que los interrogantes van siempre con nosotros, que hay
reglas que no se pueden infringir, que en el mundo no hay sitio para los que
van contra corriente a menos que sean fuertes, muy fuertes.
Es inútil, seguimos
soñando con casas abandonadas, con emprender ruinosos negocios por nuestra
cuenta, con ideales que han de ser alcanzados a toda costa. Te imitamos ante el
espejo con un cigarrillo entre los labios, copiamos tu forma de andar, de
gesticular, de vestir; pisamos el acelerador hasta el límite y creemos que
algún día comprenderemos y nos comprenderán. Nos convertimos todos en jaguares
encerrados, en amantes del peligro, en camorristas titubeantes y airados...
Pero esa época pasa...
para nosotros. Tú nos ayudas a soportarla, a apreciarla luego en la distancia.
Desde hace décadas, porque el tiempo se detuvo para ti y nunca llegaste a
crecer del todo, no pudiste atravesar el umbral.
Por todo lo bueno y todo
lo malo que se perdió en el cruce de las autopistas 41 y 466, por Jett, por
Jim, por Cal... gracias.
Filmografía de James Dean (1931-1955)
1951: "Fixed Bayonets!" Samuel Fuller
1951: "Sailor Beware" (¡Vaya par de marinos!) Hal Walker
1953: "Has Anybody
Seen My Gal?" Douglas Sirk
1953: "Trouble along the Way/Alma Mater" (Un conficto en cada
esquina) Michael Curtiz
1955: "East Of Eden" (Al este del edén) Elia Kazan
1955: "Rebel Without
a Cause" (Rebelde sin causa) Nicholas Ray
1956: "Giant"
(Gigante) George Stevens
Hola cabeat!
ResponderEliminarEstupendas y magnificas las lineas que le dedicas a Dean. ¿Crees que su carrera hubiera sido larga?
Lo dicho, muy bueno el texto. Saludos!
Hola,
ResponderEliminarGracias por ser tan amable (y en este caso con James Dean)...
En cuanto a su carrera, yo creo que habría tenido algunas oportunidades, con tipos como luego serían Paul Newman y Steve McQueen...
Saludos