Todavía no comprendemos qué sádico impulso te llevó a dejarnos huérfanos de tu
imagen. Maniobra que, ahorrándote el declive que a todos llega, te ganó un lugar
en el hogar de los mitos sin necesidad de una muerte heroica en plena juventud o
sucesivos escándalos para atraer al público cuando tus dotes interpretativas se
agotaran. ¡Cómo si tú necesitaras ese recurso...! ¿Por qué hacerlo, Greta, si tú
jamás habrías perdido tu magnetismo, tu presencia, tu hechizo, fuera lo que
fuera lo que hicieras? Incógnita digna de la esfinge que quieren ver en ti.
Dejémoslo; tus razones tendrías para hacer todo lo contrario de una estrella que
se precie. En lugar de airear tu vida privada, casi nos hacías creer que sólo
vivías en las pantallas, que desaparecías tras el último fotograma para renacer
unos meses después en otra sala oscura. Un día renunciaste a tu trono en pleno
esplendor, cuando no había nadie capaz de sustituirte, hastiada de unos honores
que ya no te producían satisfacción. Sin embargo, tu huida al anonimato, tu
renuncia a la pompa y a la circunstancia de tu rango no hicieron más que
aumentar nuestra adoración. Por doquier han surgido panegíricos y sesudos
estudios que intentan desentrañar tu misterio.
La respuesta puede estar en una sola palabra: fotogenia. Nadie como tú ha
representado ese ideal de total entendimiento con la cámara, que te acaricia-ba
mucho mejor que Gilbert, Douglas o Taylor. Era una conversación secreta en la
que Daniels oficiaba de intermediario, y Stiller, Brown o Cukor no eran más que
testigos impotentes de un milagro muy, muy infrecuente. Los tímidos encuentran
en el cine el disfraz perfecto; les permite ser otras personas, ocultar su miedo
y vivir otras vidas que no se atreven a poner en prác-tica en la realidad. Tú,
sin duda, eras una gran tímida, y Hollywood te brindó la oportunidad de expresar
sin traba alguna los sentimientos que tú misma coartabas cuando abandonabas el
estudio, atenazada por el miedo a ser herida, incapaz de ser comprendida.
Sobreponiéndote a guiones imposibles, tu actuación era todo sentimiento: ya
fuera un gesto de desdén, una sonrisa amarga de cortesana que no puede
enamorarse, esa inolvidable forma de dejar caer la cabeza hacia atrás o de
atravesar una habitación con el estilo inimitable de una bailarina rusa, no
había forma de apartar los ojos de ti. Quizá el hastío de los muy sensibles
acabó por vencer cualquier oferta que pudieran hacerte productoras y directores.
Tal vez ya lo habías dado todo y considerabas un fraude seguir fingiendo que
estabas a gusto siendo el foco de atención. Por una razón u otra, desapareciste
de la vida pública para, sin quererlo, empezar a vivir en la leyenda.
Filmografía de Greta Garbo (1905-1990)
1921: "En Lyckoriddare/A Fortune Hunter"
John W. Brunius
1921: "Herr Och fru Stockholm" Lasse Ring (Corto publicitario)
1922: "Reklamfilmen" Lasse Ring (Corto Publicitario)
1922: "Luffar-Peter/Peter
the Tramp" Eric A. Petschler
1924: "Gösta Berlings Saga/The Atonement of Gosta"
Mauritz Stiller
1925: "Die Freudlose Gasse" (La calle sin alegría) George
Wilheim Past
1926: "The Torrent" (El torrente/Entre naranjos) Monta Bell
1926:
"The Temptress" (La tierra de todos) Fred Niblo-Mauritz Stiller
1927: "Flesh and
the Devil" (El demonio y la carne) Clarence Brown
1928: "Love" (Anna Karenina)
Edmund Goulding
1928: "The Divine Woman" (La mujer divina) Victor Sjoström
1928:
"Mysterious Lady" (La dama misteriosa) Fred Niblo
1928: "A Woman of Affairs" (La
mujer ligera) Clarence Brown
1929: "Wild Orchids" (Orquídeas salvajes) Sidney
Franklin
1929: "A Man's Man" James Cruze
1929: "The Single Standard" (Tentación)
John S. Robertson
1929: "The Kiss" (El beso) Jacques Feyder
1930: "Anna
Christie" (Anna Christie) Versión sueca y alemana: Jacques Feyder. Versión
norteamericana: Clarence Brown
1930: "Romance" (Romance) Clarence Brown
1931:
"Inspiration" (Inspiración) Clarence Brown
1931: "Susan Lenox: Her Fall and
Rise" (Susan Lenox) Robert Z. Leonard
1932: "Mata Hari" (Mata Hari) George
Fitzmaurice
1932: "Grand Hotel" (Gran Hotel) Edmund Goulding
1932: "As You
Desire Me" (Como tú me deseas) George Fitzmaurice
1933: "Queen Christina" (La
reina Cristina de Suecia) Rouben Mamoulian
1934: "The Painted Veil" (El velo
pintado) Richard Boleslawski
1935: "Anna Karenina" (Ana Karenina) Clarence Brown
1937: "Camille" (Margarita Gautier) George Cukor
1937: "Conquest" (María
Walewska) Clarence Brown
1939: "Ninotchka" (Ninotchka) Ernst Lubitsch
1941:
"Two-Faced Woman" (La mujer de las dos caras) George Cukor
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